Padres de un colegio público, manos a la obra para levantar un «aula de convivencia»

Padres de un colegio público, manos a la obra para levantar un «aula de convivencia»
Familias del CEIP Europa que trabajarán en las obras - L. M.
Familias del CEIP Europa que trabajarán en las obras – L. M.

En el CEIP Europa de Montequinto, en Dos Hermanas, llevan desde hace ya ocho años esperando a que la Junta de Andalucía les construya un comedor escolar, cuyo servicio tiene asignado el centro educativo desde entonces, aunque sin contar con las instalaciones propias para ello. La biblioteca les ha servido en todo este tiempo como improvisado comedor en el que, por la falta de espacio, los menores deben comer por turnos. Sin embargo, esta situación pronto será una estampa del pasado, aunque no porque la Administración autonómica vaya a ejecutar las obras, sino debido a que los padres decidieron tomar la iniciativa y buscaron una solución alternativa, ante la falta de respuesta de la Junta.

Fue así como contactaron con el estudio de arquitectura Recetas Urbanas, liderado por el arquitecto sevillano Santiago Cirugeda, que diseñó un proyecto de bajo coste, a base de materiales reutilizados y la mano de obra de los propios padres, que harían las veces de peones. La plataforma pro-comedor presentó al Ayuntamiento de Dos Hermanas la propuesta, que acabó incluyéndose en los Presupuestos para este 2015, con una partida de más de 140.000 euros, con el fin de construir un «aula de convivencia», un «encaje legal» que permitirá al Consistorio nazareno financiar las obras de este edificio, al servir así de comedor por las mañanas, mientras que por las tardes estará abierto a la comunidad vecinal.

Tras meses de trámites administrativos, el proyecto ya cuenta con el visto bueno de la Junta de Andalucía y del propio Ayuntamiento nazareno para iniciar unos trabajos, en cuya licencia de obras se contempla, por primera vez, la participación de personal no profesional y el uso de materiales reutilizados para la construcción de una infraestructura educativa. Y es que, los propios padres trabajarán en la obra desarrollando labores rudimentarias como el ensamblaje de estructuras básicas o el pintado de las paredes, pero también en la búsqueda de puertas, ventanas, persianas, mesas o azulejos de segunda mano o a buen precio, que sirvan para abaratar los costes del proyecto.
«No se trata de suplantar a la Administración, sino de colaborar cuando tienen menos armas», explica el ideólogo del proyecto de autoconstrucción, Santiago Cirugeda. La ejecución del nuevo edificio de 240 metros cuadrados, cuyas obras podrían empezar el próximo mes de diciembre con una duración estimada de seis meses, contará con hasta ocho fases de construcción que se realizarán tanto con personal municipal como mediante contratación administrativa. Será, por tanto, un proyecto «realizado conjuntamente» entre la Administración y los padres de este centro educativo, que ya este pasado fin de semana se reunieron en el colegio para organizar el plan de trabajo.

Cuadrillas de padres

Por lo pronto, la plataforma pro-comedor ya ha recibido en torno a 70 fichas de familias completas, que han mostrado su predisposición para trabajar en las obras. «Como la comunidad escolar es tan amplia, nos hemos encontrado con padres que son arquitectos, albañiles, electricistas y fontaneros que pondrán a disposición su saber hacer», explica María Romero, una de las integrantes de esta plataforma que lleva tres años luchando por este comedor. «Queremos demostrar que se pueden hacer las cosas de una manera muy diferente a como estamos acostumbrados», apostilla.

Los padres se están organizando en grupos según sus habilidades, conocimientos y disponibilidad horaria. Pintar, limar puertas o transportar materiales son algunas de las tareas para las que se necesitan voluntarios, pero también para otras no menos importantes como son la preparación de las tortillas y bocadillos para que estos peones repongan fuerzas. Según los cálculos con los que trabaja ya el estudio Recetas Urbanas, alrededor de 120 personas podrían participar en la obra, distribuidos en grupos de 20 voluntarios, que contarán con un seguro de prevención durante sus jornadas de trabajo.

Para Cirugeda, el proyecto servirá también de experiencia educativa para padres y escolares. «La arquitectura es una excusa para crear comunidad», asegura. Así también lo creen algunas madres que consideran que, pese a los años de espera, ahora este proyecto pionero será «modélico» por la capacidad de trabajo en equipo y colaboración que necesita, con el fin de construir un aula de convivencia que, según subrayan, servirá «no sólo al colegio, sino también a los vecinos de Montequinto en general».

DH-Magazine

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